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Ana Rey

viernes, 22 de junio de 2018

¡Que no son gamos, son games!

Hace tiempo ya, comenté en una red social que estaba trabajando en un proyecto de gamificación. Un amigo me confesó que por un momento se había preguntado qué demonios hacía yo con los gamos, confusión que, sí lo pensamos bien, es lógica, perdida la batalla del idioma. Para hablar de lo que ahora nos ocupa, el término ludificación, con su bonita raíz latina, no cuajó.

"Bueno, volverse gamo un rato igual resulta divertido, no me des ideas". Pero sí, me las dio, porque al pensar qué avatar elegía para el primer reto del Mooc me vino esta anécdota a la cabeza y decidí crearlo con Build your wild self, aplicación en línea que nos permite hibridarnos con animales salvajes. Después de algún retoque, aquí estoy, "gamificada". Y sí, acabó siendo divertido, no lo puedo negar.

Pero la gamificación no es convertirse en gamo, no (o sí...). Tampoco es jugar de forma libre, sin un fin concreto, ni explotar un juego con finalidad didáctica. Se trata de utilizar las mecánicas y dinámicas del juego para motivar, desarrollar competencias y alcanzar un objetivo.

Y hablando de objetivos, completo el de esta primera misión presentando mi librería virtual sobre gamificación en Pinterest, en la que iré reuniendo y comentando recursos con el fin de generar una guía temática.

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Y esto, ¿de qué va?

Este diario de aprendizaje nace con el objetivo de documentar los trabajos generados por mi participación en distintas acciones formativas en red y como espacio para compartir reflexiones, materiales y experiencias.

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